martes, 5 de noviembre de 2019

Despedida al padre teatino de Iranzu Don Jesús Jiménez

Loli Lana Zabala ha enviado un obituario a Navarra.com para recordar a D. Jesús Jiménez Herráez, Superior de los padres teatinos del Monasterio de Iranzu (Abárzuza) que falleció el pasado 28 de septiembre de 2019 después de una larga enfermedad.

"Existen personas que nos inspiran, otras que nos enseñan algo nuevo y existen aquellas que simplemente, sin pedir permiso, tocan nuestra alma. Despedirse no siempre es fácil, especialmente cuando la persona que se va ha significado algo muy especial en tu vida.

"Hablar del Padre Jesús es hablar de un hombre entregado a los demás, además de entrega, fue alegría, cariño, compañerismo., a su vez, disposición, hospitalidad, cercanía, espontaneidad y sencillez. Me faltarían dedos de las manos para los innumerables calificativos que se le pueden asignar".

"Y es eso, la sencillez, lo que hace a una persona importante, excelente y me atrevería a decir que imprescindible. Su sencillez iba siempre acompañada de una leve sonrisa, de una pequeña caricia o de una palabra de ánimo".

"Se puede decir que Padre Jesús vivió por y para su trabajo en el seno de la comunidad de los Padres Teatinos de Iranzu, bueno si se le puede llamar trabajo, porque estoy segura que él nunca lo consideró así, pues era tanta la fe, la pasión y el entusiasmo que ponía en todas las actividades que realizó".

"Siempre supiste sacarnos una sonrisa, consolar nuestro llanto, decirnos esa palabra exacta en el momento adecuado y alegrarnos, transmitiéndonos siempre la importancia de vivir cristianamente. ¡Qué lista más larga, la de los valores! Amistad, Solidaridad, Justicia, Bondad ,Hospitalidad, Alegría, Colaboración, Amor, entrega…

"Has dejado una profunda huella en todos aquellos que hemos tenido la suerte de compartir una parte, más pequeña o más grande de tu vida. Hombre, de Dios, entregado a su quehacer diario, para quien no ha existido el reloj ni el calendario a la hora de cuidar la casa de Iranzu haciendo de ella la casa de todos, sin pensarlo, se ha hecho querer por todos los que le rodearon.

No puedo olvidar dar las gracias a tu familia por su dedicación de tantos años al servicio de todos los que nos acercábamos a esta comunidad. Nunca ha pedido nada por sus desvelos, por su dedicación; nunca se le ha visto a disgusto o con malas caras ante la adversidad. Siempre entregado y abnegado luchó por lo que creía justo.

Palabras suyas “Señor esto quieres de mi”. Sin él muchos actos no hubiesen salido como salieron, era el alma mater de todas las celebraciones. Las letras siempre quedan impresas y no se pueden borrar. Y qué mejor recuerdo que el que se pueda leer. Los recuerdos hacen historia y la historia impresa se convierte en historia viva.

En pocas líneas no se pueden resumir tantos años de trabajo, de esfuerzos, de compartir momentos de vida y de amistad, de búsqueda de la fe, así que nos quedaremos solamente con la idea de un “sacerdote” muy trabajador, madrugador, el que más se ha preocupado, el que más frío y más calor ha pasado, en el monasterio para que estuviera super limpio y cuidado para que fuera la casa de todos, el que ha respetado a todos sin tener en cuenta ninguna condición ni cargo.

Has sido un trabajador incansable, valoramos todo tu esfuerzo porque lo hemos vivido a tu lado, porque has sabido transmitir paz y eficacia en todas las cosas que cada día has hecho, y han sido muchas, muchas…, te damos las gracias por todo lo bueno que hemos recibido de ti, porque has sabido ver siempre el lado bueno de las cosas y la sonrisa daba testimonio de toda tu bondad y entrega.,.

Están en nuestro recuerdo con mucho, mucho cariño las largas y continuas conversaciones, que durante tantos años hemos compartido. Es hermoso recordar tus charlas, buenos consejos, has sido el pilar fuerte  en la fe, para los que hemos tenido la suerte de conocerte. Dicen que la historia se repite, pero sé que hay personas irrepetibles, Gracias, gracias, gracias… por todo ello

Por ello y por todo lo que me dejo en el tintero, no menos bueno de ti, te estaré eternamente agradecida.

Para ti, querido amigo sacerdote, que nos has dado lo mejor de ti mismo.

Para ti, que acabas de entregar tu vida. .

Para ti, que perseveraste de esperanza y de amor,

Para ti, que recorriste kilómetros y kilómetros entre varias comunidades para celebrar comunitariamente en cada una de ellas,

Para ti, que nos consolaste en el dolor de un fallecimiento y nos animaste en el gozo del amor y el nacimiento,

Para ti, siempre tan cercano, siempre en oración, activo en la contemplación, contemplativo en la acción…

Para ti, amigo sacerdote, este manojo de palabras que nacen agradecidas desde lo hondo de .mi corazón.